Negocio con historia libanesa y ecuatoriana llega a Samborondón y activa fuentes de empleo

Entrar al local de 70 metros cuadrados es transportarse a las décadas de los 70, 80 y 90. Las fotografías, enmarcadas y colgadas en la pared, muestran la unión familiar que revive con los colores de los rollos de tela.

 54 años en el mercado lleva Almacenes Burda con la tradicional venta de telas.  

Entrar al local de 70 metros cuadrados es transportarse a las décadas de los 70, 80 y 90. Las fotografías, enmarcadas y colgadas en la pared, muestran la unión familiar que revive con los colores de los rollos de tela.

Y la atención hace que los usuarios se sientan como si fueran a visitar a un amigo o conocido y no un local. Esos son algunos de los objetivos que ha logrado Almacén Burda durante sus 54 años de existencia, que ahora ya tiene su tercer local: en Samborondón.

La historia de esta familia se inició cuando los padres de Felicia Chalela y de Nazim Ziadé llegaron desde Líbano a Ecuador. Felicia y Nazim se conocieron, tuvieron hijos y después ella enviudó.

Herederos de negocios: Ivonne, Marcelo y Juan Carlos quedaron al frente de Almacenes Burda tras la muerte de su padre por el coronavirus

En ese lapso surgió Caribe, el negocio de ventas de tela en 1970 que arrancó en las calles Pichincha y Luque, centro de Guayaquil. Después, asumió su hijo Marcelo Ziadé Chalela, es decir, como parte de la segunda generación.

Marcelo Ziadé era una persona que trabajó desde los 14 años. Siempre estaba activo y, al asumir el local, su responsabilidad creció, al igual que su familia: tuvo tres hijos.

El negocio pasó a llamarse Almacén Burda y se movió a las calles Clemente Ballén y Chimborazo. Como todo iba funcionado perfectamente, buscaron otro lugar a dos cuadras en Aguirre y Chimborazo, donde se mantienen.

‘Mi negocio es mi jubilación’: familia esmeraldeña que inició la venta de bollos en casa, ahora están en los supermercados de Ecuador

En ese espacio Marcelo era muy conocido por su amabilidad. Estaba enamorado de su negocio e integró a sus hijos, la tercera y actual generación a cargo. “Mi papá me llevaba y mis primeros cortes (de tela) para uniforme fueron 50, imagínese. Yo tenía 10 años y me decía: ‘Estamos a full’”, recuerda uno de sus descendientes.

En 2004 lograron sumar la segunda sucursal, en Policentro, con la visión de que las telas sean adquiridas en otro sector de la ciudad. Y hasta que llegó la pandemia COVID-19, en 2020, cuando Marcelo falleció.

Variedad de telas mostradas en el local. Foto: Cortesía Burda.

Desde entonces sus hijos están a cargo cumpliendo la promesa de continuar con el negocio y fortalecerlo. “La gente se encuentra más sectorizada y prefieren estar más cerca de sus sitios, y por la seguridad no se mueven tanto. Ahí es que buscamos algo en Samborondón y quisimos darle un toque de historia”, dice una de las representantes.

Almacén Burda invirtió más de $ 40.000 en su local recién inaugurado en Márbol Plaza, en Samborondón. Con esto se activaron sietes fuentes de empleo para las áreas de administración, bodega y ventas.

Como parte de la innovación cambiaron el logo y brindan asesoría de imagen a cada cliente para saber, por ejemplo, cuál es el color que resalta en esa persona o el tipo de tela que le combina.

“Estamos contentísimos de que, a pesar del acceso a la ropa confeccionada, todavía haya personas que sigan escogiendo algo personalizado, comprar una tela”, señala una de las representantes a la que, cuando sus clientes le recuerdan a su padre, Marcelo, inmediatamente su mente se transporta a su niñez. (I)

 El Universo

Te puede interesar